†; Dᴀᴛᴏs ᴘsɪᴄᴏʟᴏ́ɢɪᴄᴏs.

Melancolía se muestra en su mirada. No se sabe si es que echa de menos a alguien o tiempos pasados. O quizá, siente tristeza perpetua desde ya ni sabe el tiempo. 

—No cuestiona ni juzga a nadie. Él sabe lo que hay en cada alma y sabe que muchas intenciones son más que evidentes. Otras no tanto. Sin embargo, por horrible que sea el alma ajena, no es nadie para juzgar al prójimo. 

—Es muy inteligente. También racional y analítico. No le cuesta nada analizar a los demás. 

—Es bastante solitario. No obstante, es cercano porque sabe que la muerte no es agradable para nadie. No quiere intimar con nadie de forma irrespetuosa o indecorosa, eso sí, y no duda en alejarse si alguien se acerca demasiado de forma poco educada. 

—Su dolor es inmenso y su tristeza es tan grande como el firmamento. Cargar con el peso de la muerte es su mayor dolor y pena. 

—Es bastante tranquilo. Sabe cuál es su misión y qué funciones tiene. Por lo tanto, no se amedrenta casi nunca por mucho que viva desolado. Solo cuando algo no está siendo justo. Y es ahí cuando interviene para poner fin, ejerciendo su misión de vida; acabar con lo que no está en el momento y lugar correcto. 

—Es extremadamente justo. Por ello, aunque algo no le pudiera gustar, si es justo, no se va a meter. Tampoco enfadar. Mientras no haya una injusticia o alguien se salte lo que va en contra del ciclo de la existencia, nada va a sacarle de sus casillas. Absolutamente nada más que eso. 

—Es distante y solitario. No es el tipo de hombre que irá a tomar cafés si no es por una razón de peso, como sentimientos. De hecho, si no es por algo estrictamente necesario, prefiere la soledad a una compañía que, seguramente, lo lastime. No obstante, puede dar buenas y profundas conversaciones, así como ser un apoyo incondicional para sus seres queridos. 

—Se le suele ver llorando abrazado en sepulturas. Sin embargo, rara llorará delante de otros; él debe consolar y no ser consolado. Y también apoyar y no ser apoyado. 

—Por norma, no suele mostrarse apegado a los asuntos personales de nadie, aunque sí lo hace cuando quiere ayudar. Y por ello, cuando le hablen de cosas personales, siempre va estar atento, pero no obsesivl. No le cuesta encariñarse con otros. 

 

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